lunes, 27 de febrero de 2012

Humanidad, la verdadera plaga.

¿Alguna vez habéis añorado algo que ni si quiera habéis vivido? Yo, sinceramente, echo de menos poder respirar aire puro. Echo de menos mirar al oscuro cielo de la noche, que entre sus esponjosos brazos te acoge, y ver sus ojos brillantes tales como perlas. Añoro aquel momento en el que ninguna fría máquina interrumpía el silencio de nuestras calles. Añoro esos tiempos, en los que con una pelota de plástico y dos palos de madera, conseguías una tarde entera de entretenimiento. Y sobre todo, te hecho de menos a ti, planeta Tierra, que poco a poco te estás desvaneciendo en nuestras manos, como granos de arena en una ventosa tarde de verano. Pero, ¿quiénes son las verdaderas máquinas? ¿Aquellas con cables y tornillos o esas cuyas mentes están tan colapsadas por el sistema que no pueden ver más allá de sus narices? Todos, absolutamente todos, somos culpables del desastre al que nos estamos conduciendo. Estamos yendo, de cabeza y sin frenos, a una extinción inminente. A un fin tan esperado como justo para algunos y, para otros, tan temible como la muerte acechando en cada cruce. Y quién sabe lo que nos espera tras esta sucia vida que nos maltrata y pisotea, como si un insecto fuésemos. Pero, no podemos quejarnos. La vida nos devuelve lo que le hagamos, es un continuo ojo por ojo y, al final, todo el mundo ciego. A pesar de estar concienciados con el inminente desastre, no hacemos nada para evitarlo. Seguimos viviendo en nuestra sociedad hiperconsumista que lo último que quiere es que pensemos. La pregunta es, ¿lo harás tú?