martes, 14 de mayo de 2013

Libertad vs. igualdad, para filosofía

Libertad vs. Igualdad. ¿Libertad o igualdad? ¿Con cuál te quedas? Yo, obviamente, con la libertad. Elegir la igualdad demostraría la cobardía de la persona, de la incapacidad que tiene de afrontar las consecuencias de sus actos. Al dejar que nuestros actos recaigan en la sociedad, que es lo que elegir la igualdad supone, nos olvidamos de toda responsabilidad y consecuencia, y se trata de coger al toro por los cuernos y admitir cada uno nuestros propios errores. Pero antes de entrar en materia, imaginemos un plato lleno de fruta, por ejemplo. El plato está situado en el centro de una mesa rodeada por cuatro personas y tenemos cuatro piezas de fruta dentro del plato. Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Entonces, existen dos opciones: o bien que cada uno tome una pieza de fruta, o bien que uno coja todo lo que crea conveniente para saciar su apetito. En el caso de ser fruta, supongo que la mayoría de personas elegirían la división equitativa de esta pero, ahora supongamos que lo que tenemos en vez de fruta es una cantidad muy exagerada de dinero. ¿Qué ocurrirá ahora? Los más íntegros dirán que lo ideal sería repartir el dinero a partes iguales, pero la gran mayoría, dada la ambición humana por el dinero, intentaría meterse en los bolsillos tanto como le cupiese, sin tener consideración alguna con los demás. Ahora volvamos al caso de la fruta. Volvamos a imaginar nuestro plato de fruta en la mesa, pero lo que ahora cambiaremos será el contexto. Imaginemos todo esto en una situación en la que los integrantes de nuestra mesa llevan semanas sin comer. Ahora, probablemente la situación será parecida a la planteada con el dinero, pero añadiéndole el instinto de supervivencia, es decir, el que más fuerte sea, más comida obtendrá. Este sería el estado de libertad absoluta en el que la igualdad queda abolida y lo que importa es la vida propia, sin dar valor a las demás. Ahora intentemos imaginar una sociedad totalmente igualitaria: una sociedad en la que todo el mundo tiene lo que quiere, nadie molesta a nadie… En el momento en que en esta sociedad tú intentes hacer algo, no podrás, por el simple hecho de que si la igualdad es absoluta, tú no puedes hacer algo que moleste a otra persona. Esta sociedad es inexistente, es imposible. Todo no puede estar a gusto de todos y, en el momento que esto pasa, aparecen las desigualdades. Y si todo tiene que estar a gusto de todos, nada se puede hacer ya que siempre habrá alguien a quien le moleste lo que hagas. A pesar de que la anarquía aparece muchas veces como una utopía maravillosa, si nos lo planteamos nos daríamos cuenta de que estaríamos en la misma situación: un conjunto de personas que se niegan a ser representados y gobernados pero que, a la hora de buscar el placer de todos, se da lugar al caos. Una sociedad totalmente igualitaria no es posible, mientras que una sociedad totalmente libre es algo concebible que se da, por ejemplo, en las sociedades animales. Tan solo somos salvajes que aspiran a ser algo más.

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